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Opinion Principal

Para quienes han perdido una madre

Mejora tu vida

Por CLAUDIA CRISTINA ROSAS

Cuando se pierde a un ser querido el dolor que se siente es indescriptible, pero cuando la persona que se marcha es una madre, entonces el dolor ahoga, falta el aire, falta la vida. Quieres que sea un sueño y despertar y que todo siga igual como cuando estaba viva, pero cuando una madre muere no hay dolor más profundo. Cuando una madre parte para nunca más volver una parte de tu corazón, de tu ser, se marcha con ella y es que el sentimiento hacia una madre es el primero que se conoce como más fuerte e intenso.


Tu madre es tu primer amor puro autentico.
El amor hacia una madre es un primer amor. Por eso, cuando una madre se marcha nadie está preparado, no importa la edad que tengas ni la edad que tenga ella, el corazón te dolerá con fuertes punzadas. La conexión (vinculo) que tienes con tu madre es mágica y nunca encontrarás a nadie en esta vida con la misma conexión que con ella. El amor que ella siente por ti supera al plano terrenal y nadie en la vida te podrá querer de la misma manera que ella te amo.


El día que tu madre se marche de tu lado, sentirás que tienes que madurar a pasos agigantados, porque, aunque tengas 42 años (es la edad que yo tenía cuando mi madre partió). Cuando tu madre se marche de tu lado para siempre, en el fondo de tu corazón estaba esa niña que le gustaba acurrucarse en sus piernas y llamarla en cuanto tenías un problema, y el saber que ella estaba, todo se resolvería, el hecho de saber que existía te daba seguridad. Ella siempre estaba a tu lado dispuesta a ayudarte, para cualquier problema y bajo cualquier circunstancia.


Nunca estarás preparado/a para su marcha
La primera sensación que se tiene cuando una madre se marcha para siempre es de confusión, aturdimiento porque no puedes creer lo que está pasando, no te puedes creer que no puedas estar a su lado una vez más. Solo necesitas verla, abrazarla, sentirla, besarla. Aunque al sentir su piel fría, su cuerpo rígido, la inexpresión de su rostro, puedes aceptar que realmente se ha marchado para siempre, aunque eso te provoque el dolor más agudo en el estómago y en todo tu ser jamás sentido.


Cuando se pierde a una madre se entra en estado de shock y esto, al principio puede ayudarte a pasar los trámites que acompañan a la muerte de una persona como llamar a los familiares, organizar el velatorio y el funeral, etc. (sacaras fuerzas y no sabrás de donde) Aunque sea lo más duro que tengas que vivir, es necesario estar presente para poder despedirte de ella, si no lo haces, ten bien presente que con el tiempo te arrepentirías y el dolor podría ser muy profundo. Una vez que pasa el estado de crisis llegará una gran tristeza, desesperación, anhelo y siempre que pienses en ella, te sentirás solo/a, aunque estés rodeado de personas. (Todo dependerá como haya sido tu relación y la situación de su muerte.) Agradecerás de por vida cada segundo que dedicó a cuidarte, a quererte, a ayudarte… Te darás cuenta de que todo lo que hizo por ti vino desde lo más puro de su corazón y estará mas presente que antes.


La conexión nunca se pierde, a pesar de lo doloroso que resulta, debes tener en cuenta que el vínculo que tienes con tu madre jamás sentirás que se pierde, nunca sentirás que el hilo invisible que te une a ella se rompe del todo. Se fortifica con los recuerdos de toda tu vida con ella, los momentos, los consejos, alegrías los problemas, discusiones, vacaciones que vivieron juntas.


Ese vínculo se creó desde el momento en que tu madre te llevó en su vientre y traspasa cualquier barrera.


Sentirás que ella siempre será la persona más importante de tu vida porque lo que te dio en vida te ha formado en la persona que eres hoy en día. Si tienes la suerte de tener a tu madre a tu lado, disfrútala y cuídala porque tienes el tesoro más grande que aún te cuida y vela por ti cada día. Si la tienes lejos saca tiempo para ir a verla y abrazarla.


Recuerda que no hay en el mundo un amor más incondicional y más altruista que el amor que tu madre siente por ti.

Te extraño mami, pero te quiero libre, corriendo en los campos llenos de flores feliz y libre de dolores físicos, seguimos caminando juntas de la mano, te suelto con el mismo amor que me trajiste al mundo con ese mismo amor he aprendido a soltarte.

Dedicado a todas las personas que han perdido a su madre.

Tus brazos siempre estuvieron abiertos cuando necesitaba un abrazo. Tu corazón entendía cuando necesitaba un amigo. Tus dulces ojos eran severos cuando necesitaba una lección. Tu fuerza y amor me han guiado y me han dado alas (Maria Bleain).

La autora es Licenciada en Psicología Familiar, es Psicoterapeuta y cuenta además con Maestría en Psicología Familiar, Especialidad en Neuropsicología y es Docente universitario y de posgrado.
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